3  Las zonas indígenas: La zona no. 1

Se denomina Zona Indígena, Zonas Indígenas, Zona de los Amerindios o Zona número uno al espacio que les quedó a los amerindios cuando los españoles terminaron de fabricar su propia Zona Española (el Auristán). En ese espacio indígena se mantuvieron los indios, rechazando la cristianización, rechazando la “civilización”, rechazando cambios inducidos desde la Zona Española, llamada localmente el Auristán.

Para el estudio del Istmo de Panamá podría ser importante el fenómeno de la subsiguiente defensa de los amerindios, al construirse espacios con funciones de santuario.

Esa santuarización implica que en ciertos espacios y para ciertos grupos no pudieron entrar en operación las estructuras que debían acelerar cambios en la dirección de la principal potencia militar en el área. En las restringidas condiciones espaciales del Istmo de Panamá, la santuarización pudo degenerar casi hasta la condición de ghetto.

La espaciación es probablemente el fenómeno más importante y más visible en las relaciones entre oleadas de población. Si los fenómenos humanos de la relación se perciben confusos (cuando se pueden percibir), el fenómeno de la partición del espacio puede ser mostrado con facilidad.

La franja o espacio de los Amerindios, vista desde el sur y hacia el norte, está compuesto por los grupos de Amerindios que mantienen su organización primitiva, su estructura, que no pueden ser cristianizados y/o civilizados más que por el expediente de “sacarlos” de sus sitios, “trasladarlos” hacia donde los esperaban estructuras cristianas.

Esta franja o espacio es área prácticamente no tocada por la evangelización. Los intentos de implantar el bilingüismo fracasaron. Los intentos de desarrollar un cristianismo personal fracasaron.

Y quedaron siendo los llamados “Indios Salvajes”, “Indios de Panamá”, “Indios Bravos” etc.

Son los Tule del Tulenega, los guaymíes del Doboteme, los chocoes del Taitrúa y otros grupos que se extinguieron o están en eso.

El problema de la autenticidad de los habitantes de las Zonas Indígenas

Lo que va a ser puesto a continuación es un alegato en favor de la autenticidad de los habitantes de las Zonas Indígenas. Alegato que va a ser puesto en forma de razones por las cuales los antedichos pudieron mantenerse semi-independientes tanto política como culturalmente.

Los que creen en la autenticidad o sea los autenticantes, son más bien antropólogos que postulan que hay cambio con continuidad, por ejemplo, entre los guaymíes.

Los que no creen en la autenticidad, o sea los inautenticantes, serían los indigenistas, en general, los sociólogos, los marxistas, quienes ven en los indios un simple proletariado de los hispanoamericanos (castelauros) y cuyas costumbres no tienen nada que ver con el “pasado”, sino que son una función de los sistemas de producción impuestos a los indios.

Sobre el tema general de indios hay de todo, de manera que ambos parecen tener razón.

La solución a la aparente incompatibilidad entre los autenticantes y los inautenticantes está en hacer precisiones sobre el concepto de espaciación.

El contacto con los españoles da lugar a la formación de dos espacios básicos y uno intermedio: Espacio número uno: Zonas Indígenas; Espacio número dos: Zona Española; Espacio número tres: Zona de Pueblos de Indios.

Lo que estudian los autenticantes son Zonas Indígenas.

Lo que estudian los inautenticantes son lugares de la Zona de Pueblos de Indios.

En esta Zona de Pueblos de Indios se encuentran “indios” inautenticados, puesto que tanto la Zona como sus núcleos fueron construidos para disolver a los indios en otra cosa. Por eso son inauténticos.

Cada observación que se hace sobre ellos revela “indios” en algún grado del proceso de englobamiento dentro de la sociedad hispanoamericana (castelaura), de manera que difícilmente se puede encontrar indios ahí.

Lo que estudian los autenticantes es definitivamente auténtico, porque estudian regiones y gentes que han quedado poco tocadas, más bien intocadas por una u otra razón. Una de las principales razones de la intangibilidad sería la prolongada situación militar que se dio en el Istmo.

Esta poca tocabilidad, esta intangibilidad se ve representada en los escritos por la diferencia que va de indios mansos a indios bravos, y de indios semi-civilizados a indios salvajes, nomenclaturas que se encuentran en el Istmo hasta el siglo XX puesto que ha sido vista en el Código Administrativo de la República de Panamá.

Puestas así las cosas, parece evidente que tal duplicidad de conductas, conectadas con áreas o zonas, debe haber prevalecido en el Istmo durante la mayor parte del prolongado contacto entre oleadas, contacto entre la Oleada n. 1 representada por los amerindios y la Oleada n. 2, representada por españoles y africanos.

La Guerra como factor de intangibilidad de las Zonas Indígenas

El asunto que llama la atención muy marcadamente es: ¿Cómo es posible que los indios del Istmo de Panamá hayan sobrevivido a la conquista?

Esa conquista tal como la presentan los historiadores panameños, matadora y destructiva, que cubre el total del Istmo de Panamá y que transcurre hasta 1539.

Hay muchos datos que indican que tal concepto de conquista no trabaja en el Istmo de Panamá y uno de esos datos es justamente la larga y continua existencia de las Zonas Indígenas o Zona n. 1.

Para aclarar la situación del contacto se ha planteado que lo que sucedió en el Istmo de Panamá, en vez. de conquista, fue una espaciación.

Consistió la espaciación en la división del Istmo en dos zonas principales: La Zona N. 1 de los amerindios y la Zona n. 2 de los españoles.

La Zona n. 2 o la Zona Española tuvo un área de expansión en la tierra de nadie a la cual llamamos Zona n. 3 o Zona de los Pueblos de Indios.

Es posible que lo que se llama Conquista haya estado en operación en la Zona n. 2, pero para el total del Istmo trabaja mejor el concepto de espaciación, y esta explicación de la espaciación es el factor primero que puede explicar la intangibilidad de las Zonas Indígenas.

Investigadores como Philip Donald Young y John Roger Bort han estado estudiando a los guaymíes durante los años 70. A ellos también les ha llamado la atención el asunto de la intangibilidad de ese pueblo. Y han propuesto explicaciones en términos de estabilidad estructural. Lo que es en realidad obra de ambos estudiosos puede resumirse de la forma siguiente:

1. Las parentelas guaymíes como factor de intangibilidad.

Decía Bort (1976:35) que la durabilidad de la sociedad guaymí se debe en parte, a la temprana desintegración de la interdependencia política de grandes segmentos de la población guaymí. Ello ha traído como consecuencia la relevancia de las parentelas.

Como quiera que las parentelas involucran grupos de gente pequeños, relativamente autónomos, las alteraciones de las relaciones entre parentelas afectan poco a una tercera, es decir, las influencias sufridas por una parentela no se trasmiten necesariamente a las otras. Esto contribuye indudablemente al mantenimiento de los patrones existentes. Puesto de otra manera, los guaymíes actuales están acéfalos y eso dificulta su manipulación desde el exterior y contribuye, pues, a la aptitud de los guaymíes para retener una clara identidad cultural.

2. El control de los desertores como factor de intangibilidad.

Planteado está este asunto en la tesis de Bort (1976), en la discusión del cual se sostiene lo siguiente: Hay individuos que “salen” de los guaymíes hacia los Latinos. Si gustan de las costumbres latinas, y quieren vivir en ese estilo tendrán que mudarse a un área controlada por latinos renunciando a ser miembros de la sociedad guaymí y por consiguiente incapacitándose para influir en ella. Esto trabaja de la manera siguiente: La parentela ejerce un alto grado de dominio sobre el acceso del individuo a la tierra y por consecuencia sobre su base de subsistencia: “Los individuos tienen que adherirse a los convencionalismos o se encontrarán con el antagonismo de los que controlan su fuente de comida”.

3. El sistema de subsistencia guaymí como factor de intangibilidad.

Young (1970:26) sostenía que ha habido cambios en la economía guaymí desde los primeros tiempos del contacto, pero la vida continúa basada en la agricultura de roza en el nivel de subsistencia; y concluía que: a estabilidad de la base productiva, estabilidad estructural de la sociedad guaymí.

4. La guerra como factor de intangibilidad

La guerra entre las Oleadas de población primera y segunda en el Istmo de Panamá no debería ser presentada someramente como quién señala un acontecer sin consecuencias.

El estudio de la durabilidad del fenómeno puede contribuir a la explicación de la santuarización, de la no tocabilidad de lo que actualmente llamamos Zonas Indígenas.

La guerra o el miedo a sus posibilidades ha sido una de las condiciones de vida sobre el Istmo. No se trata de rebeliones de gente controlada que se amotina: se trata más bien de antiguos países que se defienden o que señalan claramente que están dispuestos a defenderse. Es decir, la guerra es un fenómeno que ocurre entre las Zonas Indígenas (Oleada de población n. 1) y la Zona Española (Oleada de población n. 2). Puesto de otra manera, existen aún Zonas indígenas porque la guerra duró mucho.

Cuadro de frecuencia de la guerra en el Occidente del Istmo (preliminar)

  1. (Circa 1607) - Zaribas, zuríes y guaymíes contra los Alanjeños (Según De La Rocha)
  2. 1789. Destrucción de los pueblos de Bugaba y Tolé por guaymíes (según Franco).

Cuadro de frecuencia de la guerra en el oriente del Istmo (Preliminar).

  1. La matanza de la quebrada Cape - 1614 - por Bugue-Bugue
  2. Asalto a la hacienda de Juan de Ribera, 18 negros muertos - 1633 - atribuido a los Bugue-Bugue.
  3. Asalto al pueblo de Chepo - 1635 - 13 muertos. Atribuído a los Bugue-Bugue.
  4. Asalto de los Paparo en Darién - 1651 - de la Provincia de Tilacuna.
  5. Asalto al Escuchadero, el Real de Santa María por ingleses dirigidos por Tules -5 españoles, 15 negros muertos - 1684.
  6. Capitán Diego de la base del Golfo de Urabá - 1699 - 20 españoles y 3 sacerdotes, cortados en pedazos.
  7. Don Pedro, asociado con Nathaniel Davis: asalto a Cana en 1702.
  8. El mestizo Luis García - 1726 - Antes de este personaje Ariza calculaba en 20,000 almas la población del Darién, después de él se quedaron 1,000.
  9. El ataque sobre Carolina del Darién - 1787 - fracasado.
  10. La guerra del Bayano - 1874
  11. La guerra del Darién - 1874
  12. La República de Tule - 1925

Las alianzas militares tules como factor de intangibilidad

En la Revista “Patrimonio Histórico” (Vol. I 1971) apareció un documento transcrito por las profesoras Josefina Montemayor y Dalva Figueroa. El documento se llama: “El Obispo de Panamá informa a V.M. sobre el estado que tiene la Provincia del Darién y la entrada de los corsarios por ella”, firmado por Lucas, Obispo de Panamá (1684). Se trata del Obispo Lucas Fernández de Piedrahita (1676-1686). Mencionaba el Obispo que hacía daño a la reducción de los indios por los españoles, el desprecio que hacen de los españoles y “el gran crédito que tienen con ellos los ingleses por haber visto romper nuestras tropas en dos ocasiones, ganar Panamá y apoderarse, a pesar de nuestras armas, del Mar del Sur…”

Jacobo Walburger, en su “Relación” (1748:36) indicaba sobre el asunto de las alianzas lo siguiente:

“no pocas veces sucede que alguno de mis indios se van con cinco o siete pesos al norte para ver si pueden topar embarcaciones inglesas, en diciéndoles, hombre, que utilidad podrás sacar de éste tu viaje, tardarás cerca de un mes y si te aplicaras en este tiempo al trabajo sacarás mucho más de lo que pudieras ganar por comprar lo más barato en la costa; pero siempre me responden que en topando embarcación inglesa les darán de valde la pólvora, munición, ropa etc. y así. vale más tenerlo de valde, que comprarlo caro a los españoles, Es cierto que los ingleses procuran por todos modos ganar las voluntades de estos indios, no haciendo reparo en repartirles escopetas, herramientas, ropa etc., el fin que llevan sin duda será tomar a su tiempo posesión de esta Provincia.

Poco trabajo les costará el conseguirlo como tienen todos los indios de su parte mui inclinados y deseosos de que vengan”.

Un escritor anónimo fue publicado por el Dr. Carlos M. Gasteazoro en su libro “Introducción al estudio de la Historia de Panamá”, en 1952. El escrito de Anónimo aparece en la página 42 y se llama: “Carácter y propiedades de los Yndios del Darién, lo que es necesario conocer para sugetarlos a la obediencia del Rey”.- Y el escritor anónimo fechó 1785.

Las dulzuras que “Anónimo” prodiga a los indios del Darién, parecen referirse a los de la banda del Norte y suena todo el asunto a propaganda de guerra, hecha por quién no la ha podido ganar. Decía Anónimo que los Yndios del Darién eran la nación más miserable y ridícula de la tierra. Contó, 1,300 hombres de armas, divididos en más de 60 ríos por espacio de 80 leguas, por la costa. Añadió que son todos propensos a la embriaguez, pero que no compraban el aguardiente. lascivos por naturaleza, a causa de las sabandijas que comen. No apetecen bienes, y aunque saben el valor del oro, no lo tocan porque: “su mentida superstición los hace creer que muere el que lo coge de donde lo produce la naturaleza”. Son ingratos a los beneficios y aman al que les hace más daño. Son cobardes en sumo grado, pero finos cautelosos para hacer daño.

“Son propisios los yndios a la trasmigración, especialmente si algún extrangero ha visto sus abitaciones porque como son tan alebosos piensan lo mismo de las demás naziones figurándose que no tienen ora segura de vida si algún forastero le ha registrado su suelo de su casa.

Por esta cautela son muy poquísimos los que enseñan (ni aún a sus amigos los yngleses) sus viviendas.–”

(énfasis nuestro)

La última alianza extranjera de los Tule fue con los norteamericanos, durante el curso de la llamada “Revolución de Tule”, en 1925. La cuestión fue relatada en un escrito firmado por el Sahila Tummadi, llamado “Acta de Independencia de la República de Tule”. Decía así:

“Debemos nosotros huir de nuestras aldeas costaneras, abandonar nuestras casas, plantíos y pertenencias, huir por selvas intrincadas, con nuestras mujeres cargando los niños recién nacidos, las criaturas dando traspiés y cayendo al suelo tal vez para no volver a levantarse, y vivir como el jaguar y el tapir, con la esperanza que nuestra voz de auxilio ante el Gobierno americano burle la vigilancia de los gendarmes panameños y llegue a él para que vaya a nuestro rescate en una manera desconocida e incierta?

Lo que aquí se intenta decir es que, particularmente en el caso de los Tule, un factor importante para explicar tanto su existencia como la continuidad de su cultura, es su capacidad de aliarse con potencias extra-istmeñas para mantener en jaque las amenazas procedentes de la Zona Española.

La guerra de dioses tule como factor de intangibilidad

Jacobo Walburger era un sacerdote jesuita que intentó la reducción de los Tule del Darién con muy escaso éxito. Hizo una ‘Relación’ en 1748 donde explicaba las causas de su fracaso y señaló lo siguiente:

(Walburger, 1748:4)

“No obstante es mui común entre ellos que los españoles tienen su Dios aparte, quien tiene mucho más afecto a los suios, que el suio de ellos, porque les da ropa, herramientas, oro y plata y les enseña leer y escrivir, oficios, etc. ofrécese a veces, dicen, en el cielo pelea o riña entre estos dos Dioses, y las mas veces vence el de los españoles a el de los indios, y aquel, por vengarse embía entre los indios pestes de viruelas, alfombrilla y otras enfermedades. Qualquiera desgracia que les sucede, atribuyen al Dios de los españoles. por estar a veces mui bravo contra los indios. Si se les pierde un perro, puerco, gallina, etc., luego dicen que Nia (criado del Dios de los españoles) se le havía llevado para su amo. Tienen estos errores clavados en su imaginación de suerte que parece solo Dios, por milagro, puede quitárselos, aunque por todos lados quedan vencidos, con todo eso no es posible reducirlos. La causa de esta su secta y pertinacia en ella son los Leres, a quienes dan tanta estimación y crédito, como los Christianos a los Prelados de la Iglesia, pues son sus sacerdotes, utedicos y jueces, y lo que les enseñan o dicen, está tan autorizado como cosa infalible”

Según las observaciones del mismo Walburger, esta Guerra de Dioses se constituiría en una importante causa de la intengibilidad de los Tule, puesto que aunque quedasen vencidos por todos lados, los Tule no se dejaban reducir con su confianza en Dios y la posibilidad siempre renaciente de que le ganara al Dios de los Españoles.

La idea que está emboscada es desde luego, que siendo ambos Dioses, hay veces ganaba uno pero después iba a ganar el otro. Se trata pues, de una situación proporcionada. Lo que está aquí planteado es realmente una guerra de Dioses, por el estilo de la que puede observarse entre griegos y troyanos en el argumento de “La Ilíada”.

Por otra parte, hay que observar que la actividad de los leres, además de religiosa, presenta una faceta política. Esta consistiría en relatar el pasado y acentuar incansablemente sobre los éxitos de los tule de manera que lograban mantener una alta moral lo cual les permitía resistir la reducción.

Emisión de miedo como factor de intangibilidad

La capacidad de infundir miedo a los agresivos habitantes de la Zona Española ha tenido aparentemente un efecto arrestante que ha sido un factor en la intangibilidad de las Zonas Indígenas. Ahora se examinan cuatro efectos:

Efecto Calovébora 1787

Manuel de Jesús Atencio, (1787:321) durante su exploración al guaymí, cuando trataba de coger el camino de la Sierra encontró que no se podía por varias razones, la segunda de las cuales era la siguiente:

“y la segunda es que estos indios con el motivo de las conquistas de los Padres Misioneros, están levantados contra nosotros, pues ahora meses pasados mandaron estos padres á sacar unos indios de los palenques que quedan en las cabezas de estos ríos, los que uniéndose con algunos palenques hicieron resistencia y mataron á dos cristianos é hirieron a algunos y con este motivo temerosos de las resultas de estos incidentes se retiraron todos donde vive este cacique y se mantienen listos y prevenidos amparados de estas trincheras, de suerte que su intención de ellos no es más que no dejarse sacar de estos padres porque no quieren ser cristianos que ellos sinó los van á insultar, no tienen determinación de hacer daño á nadie y que nosotros si fuéramos allá no saldría ninguno vivo”.

Efecto Cañazas - 1882

Hacia finales del siglo XIX, durante el año de 1882, un grupo de vecinos de Cañazas, entre ellos José del C. Aponte, Manuel J. Aizpurú y otros enviaron un memorial de agradecimiento al Prefecto del Departamento de Veraguas, el cual apareció publicado en la Gaceta de Panamá de 23 de mayo de 1882.

Los agradecidos decían que habían tenido temores bien fundados de una irrupción de indígenas guaymíes. Sostenían que esos indios se reunían con la mira de incendiar, asesinar y saquear Cañazas. En visto de eso solicitaron y obtuvieron protección del Gobierno en forma de un piquete de fuerza pública.

La gente que se había retirado al bosque y enterrado sus intereses volvieron al poblado. “Los insurrectos indígenas desistieron de sus protervas miras” y pusieron sus quejas al teniente Pedro Guerra.

Pero, vistos bien todos los puntos, la cuestión planteada por Aponte en 1882 suena a falsa, no suena realmente a relación militar. Parece más probable que hayan sido tales las tropelías de los cañaceños en la frontera con los guaymíes que estos se hayan visto obligados a defenderse, y Aponte a enviar por tropas. Pero aún así, parece que hay emisión de miedo, originada entre los guaymíes.

Efecto Chepo - 1792

La conexión entre Zonas Indígenas y la guerra es expuesta ahora en el escrito de un testigo presencial, el cura Juan Franco. En su escrito de 1792 se expresa la forma de emitir miedo de los Tule y la recepción en la Zona Española. Se explica bastante la intangibilidad de la frontera en la Zona de Chepo.

(Franco, 1978:60)

“De esto tuve noticias expresas muy positivas en el pueblo de Chepo que se halla escarmentado de sus crueles incursiones y por esta razón mantiene siempre tropa a sueldo, que está obligada a rondarlo toda la noche en dos trozos corriendo siempre la palabra.

También la tienen de andar al corso en canoas armadas en guerra, que continuamente recorren el Río Bayano, principalmente por la noche, que es cuando los indios bravos suelen bajar o subir por él. Los vecinos de dicho pueblo son muy animosos para defenderse de ellos y para hacerles la guerra, aunque pocas veces tienen orden de acometerles.”

Efecto Chimán 1812

En 1812 está firmado el escrito llamado “Noticias relativas al Istmo de Panamá” de Juan Domingo de Iturralde (1974:185)

Cuando Iturralde se refiere a Chimán, lo hace en los términos siguientes, revelando temor:

“Chimán es la costa del mar que media entre Chepo y Darién de corto e incierto terreno por estar rodeado al este, oeste y norte por los indios bárbaros darienes, en cuyo pueblo hay igualmente un alcalde Pedáneo nombrado por el Comandante General y Regimiento de Panamá. En la misma costa, entre el Río Bayano y Chimán hubo otro pueblo llamado Paciva, que fue destruído por los referidos indios bárbaros.”

(énfasis nuestro)

La situación de Chimán la veía Iturralde comparable con la situación de Páciva (Páciga en otros escritores). Es decir, en peligro permanente de ser asaltada y destruida. Parte de la “culpa” es desde luego de los fundadores de la población, los cuales claramente hicieron la instalación del pueblo de Chimán dentro de la zona hostil perteneciente a los Tule. De esta manera, Chimán puede ser considerado un enclave hostil a los Tule y como tal era tratado.